Enemiga de la monotonía y amante de la buena mesa
“Diez minutos más…”. Son las primeras tres palabras que pasan por la mente de Mariana cada mañana. “Interludio” de Masseratti 2lts suena de nuevo. Ya pasaron los diez minutos. El “time extended” se venció, hay que levantarse. El salto que da desde la parte de arriba de la litera en la que duerme hacia la tierra firme de su cuarto termina de despertarla y la prepara para lo que será un día movido, como todos los suyos.
Esta psicóloga egresada de la UCV, con un cuarto de siglo cumplido, se dirige cada mañana a una universidad caraqueña, en la que labora en la unidad de atención psicológica y a la que tarda en llegar cerca de 45 minutos, tiempo que aprovecha para cosas varias, entre esas para el maquillaje del día, que aunque es sencillo, nunca es antes de partir, siempre es en el camino.
Para quien se confiesa amante empedernida del buen comer, las comidas son momentos importantes del día, distribuidas más o menos así: desayuno, merienda, almuerzo, merienda y cena. “La merienda de la mañana porque me da hambre [risas], y la de la tarde porque sé que estaré hasta muy tarde sin comer, entonces aprovecho de hacer colchoncito ahí”, dice.
Un día de trabajo de Mariana suele variar bastante. Dentro de su labor se incluye tener primeras entrevistas y sesiones regulares con pacientes, dirigir grupos de apoyo y trabajar directamente con las escuelas de la universidad. En las dos horas de almuerzo Mariana va al gimnasio: “Voy por salud, para mantenerme, y para tener otra actividad física además de la danza árabe”.
Lo que disfruta esta psicóloga de su trabajo en dicha casa de estudios es precisamente la variedad: “Se trabaja con consultas individuales y grupales, con estudiantes y profesores. Te permite ser creativo. Y el ambiente es muy agradable, sientes que todos quieren trabajar y, en medio de las diferencias, nos respetamos”.
A las 6 pm sale disparada al otro lado de la ciudad, a la escuela Musherrah, para dar las clases de las 7 pm: “Lo que más disfruto de enseñar es ver la evolución de las alumnas. Empiezan a hacer mejor los movimientos aun cuando al comienzo del curso pensaban que no podían. Al final todas aprenden”, dice con satisfacción.
En Musherrah estará hasta las 9, 10 o 10:30 pm, dependiendo de las actividades pautadas para ese día. Al salir de allí urge una buena cena y una buena bebida, momento que suele etiquetar con quienes lo comparte como “el mejor del día”. Aunque mejores días para ella son esos que pasa en la playa, yendo al Ávila o junto con su novio descansando, comiendo algo ligero y viendo Natgeo.
Daniela.
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